La propuesta es una interpretación de tres personas diferentes a través del estilo característico del artista. En cada escultura se personifican diferentes rasgos, colores y lenguajes. Cada personaje funciona como un bloque, representando diferentes experiencias y formas de vivir. Camilo nos propone una obra que a pesar de su gran escala, se encuentra en movimiento, un ciclo que cuenta con tres actos, uno por cada día de festival.
En el primer día podemos distinguir a cada una de estas personas dirigiendo sus miradas hacia el exterior del punto en común, esta es una representación del desencuentro, el individuo como centro único del pensamiento y la problemática. La mirada exterior, es también una manera de representar el rechazo a la procedencia.
En el segundo día de festival tenemos a cada uno de los personajes girando sus ejes hacia el punto central en común. Esta narrativa nos sugiere una evolución en la reflexión, cambiando desde una mirada personalista hacia la composición de una comunidad.
El tercer y último día, el monumento ha cambiado; el artista establece una compensación que ha sido resultado de la reunión. El montaje nos muestra a los tres personajes dirigiéndose en una sola dirección y el conjunto de ellos ahora, es una metáfora del diálogo y la empatía.
Este es el poder de la comunicación.